El Anciano y la Familia
En la antigüedad y hasta el comienzo del siglo XX, las familias eran más grandes, tenían mayor número de miembros, con la salvedad de que la expectativa de vida era menor. Los planes materno infantiles posibilitaban una mejor y mayor supervivencia, con lo que había mayor cantidad de jóvenes para compartir y cuidar a los ancianos.
Los hogares trigeneracionales eran comunes en nuestro país, fundamentalmente en la zona rural; los cambios sufridos en la sociedad han hecho que en la actualidad y sobre todo en la familia urbana, ésta sea de constitución nuclear: padre-madre y uno o dos hijos, convirtiéndose en hogares uní o bigeneracionales.
La familia que cuente con anciano en su seno debe pensar en una alternativa que posibilite una mejor convivencia, alternativa que se tome por lo general sin consultar los deseos de los ancianos.
Cualquiera de las alternativas consideradas procedentemente habrá de estar condicionada al tipo de familia y a que el anciano sea considerado una persona con propias decisiones y necesidades sobre su expectativa de vida. Todos estos elementos deberán servir para evaluar el estado de salud del anciano; si el anciano no quiere ser una carga para su familia y desea vivir solo, si el anciano no quiere vivir solo y busca dependencia de algún familiar, si el anciano no quiere abandonar su casa por la pérdida de su independencia que el abandono conlleva y por último si el anciano decide vivir en una residencia.
jueves, 16 de octubre de 2008
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